Lune abrió los ojos de nuevo, todo era de un extraño color azul claro… No sentía nada, no había nada a su alrededor, Victoria, Ginny, Jane, Rose y todos los que la rodeaban llorando su muerte habían desaparecido. Lune se levantó del suelo, un gemido llamó su atención, un pequeño niño lloraba, abrazándose las rodillas, Lune se acercó a el, con cuidado, con cautela y atenta a cualquier otra cosa que pudiera percibir… El niño seguía llorando mirando a través de ella, no la veía, el pánico se reflejaban es sus ojos, unos ojos profundos como pozos, Lune estiro el brazo y acarició la mejilla del niño, este chilló, giro su cabeza hacia donde estaba Lune, pero aun así, miraba a través de ella, la muchacha retrocedió ante tal sonido, que había conseguido hacer temblar su alma, decidió alejarse de el, e intentar ignorarlo. La chica se sentó en el suelo, estaba totalmente confundida, no sabia donde estaba...
Miró a su alrededor… Todo era azulado, los contornos no estaban definidos, era como líneas borrosas, y entonces se acordó de la horrible batalla, se acordó de lo que pasaba, se acordó de que había muerto, no puedo mas que llorar, llorar porque había abandonado a todas la niñas a su suerte, ya no volvería a abrazarlas y se odiaba por ser tan débil, se odiaba por no poder resistir una de las tres maldiciones imperdonables. Lune siguió llorando como lo había hecho el niño, algo le rozó el hombro, algo cálido, Lune levanto la mirada, un rostro familiar le sonrió, un hombre, al lado una mujer la miraba preocupada, ambos estaban de rodillas, se habían puesto a su altura para poder ver que le pasaba, reconoció sus ojos, y su nariz pecosa el los rostros de aquella gente
–Mama… Papa…- Su voz se quebró, aquellas personas sonrieron a su vez
–Lune, nuestra pequeña Lunnaris- Dijo la mujer, esta le puso una mano en el rostro, quitándole una lagrima con el pulgar –No llores corazón, todo se solucionara-
Lune negó con la cabeza –No mama, no puedo volver a la vida... No puedo volver para ayudarlas a toda costa… Todo terminó… Les he fallado a todas- La voz se le volvió a quebrar
-Mira pequeña-Este ve hablo su padre-Se que es de locos, y que siempre se ha repetido hasta la saciedad que no se puede volver a la vida, pero tu destino no es morir ahora, tu destino es continuar, tu destino es abrir los ojos y proteger a Victoria, siendo la madre que perdió, tienes que volver para traer la calma a la vida de Rose, ¿recuerdas que se están separando? Tienes que volver y proteger a tu hermana, esa que lo único que ha visto de ti es tu muerte, ahora, piensa en todo aquel que te necesita, eres la madre de todos los de Gryffindor, asique haznos sentir orgullosos y vuelve a caminar por tu destino, no te rindas a mitad, vuelve con todo aquel que llora tu perdida, vuelve y haz feliz a la gente, que es lo que a ti se te da bien-
Su padre terminó aquel pequeño discurso con una sonrisa, le dio un beso en la mejilla y se levanto, su madre imitó al padre, dándole un beso y levantándose, ambos se giraron al unisonó y echaron a andar
–¡Espera!- Gritó Lune, la chica se levanto se acerco a sus padres que ahora se habían girado para ver que quería su pequeña, Lune les abrazó con todas sus fuerzas –Os quiero- susurró, sus padres de devolvieron el abrazo
–Nosotros también te queremos-Dijo su madre entre lagrimas…
Y entonces Lune abrió los ojos, se dio cuenta de que todo volvía a tener su propio color, vio a gente que lloraba, vio el rostro de todas sus pequeñas, de todo el mundo que la quería, vio a los profesores y al mismísimo director, que sonreía satisfecho, la gente se dio cuenta de que Lune había abierto los ojos, la gente empezó a chillar, se oían gritos de asombro, otros simplemente no se lo creían y el resto se agrupaba a su lado, Lune se incorporo como pudo, estaba tumbada en un gran pedestal de mármol, le habían puesto su querido uniforme de Quidditch, noto algo en el cuello, lo cogió, y vio entre sus manos la pequeña medalla que le había dado la madre de Vic a Victoria antes de morir, noto si snitch en el bolsillo y su mano agarraba su querido bate, con una sonrisa se puso en pie.
Tambaleó y murmuró llevándose una mano a la cabeza y clavó sus ojos azules y divertidos en el público. En especial en los profesores y en sus niñas.
- no os creeríais que os ívais a librar de mi tan facimente, ¿no?